La psicología, la neurociencia también, la medicina me temo y probablemente la sociología, filosofía y antropología, tienen un problema y es que hasta el más mundano de los Sapiens tiene una teoría propia de cómo funciona el mundo o la mente humana.
No la tenemos sobre cómo se genera un agujero negro, o cómo un metal se convierte en espada ni cómo el determinante de una matriz 3D es realmente el cálculo de su volumen.
A esa teoría propia se une que ante un trauma, un drama humano, una pandemia, una guerra, a la mayoría nos sale ese instinto de ayudar.
El problema es que hay ayudas profesionales, ayudas de corazón y ayudas oportunistas. Añadiría que está la ayuda ignorante.
Hace poco me preguntaban por cómo el cerebro responde a respuestas con ansiedad en un momento dado, esa que todos podemos sentir de vez en cuando. Al rato me preguntaron por una persona con depresión profunda y mi respuesta fue clara: tiene que ir al profesional de la mente, por tanto, psicólogo o psiquiatra.
No quise que la ayuda de corazón, se convirtiera en ayuda ignorante.
Lo veo cada día con cientos de consejos para «subir la inmunidad». Estiro un brazo y subo la inmunidad, me atiborro de productos y subo la inmunidad, vibro con el cosmos y subo la inmunidad y visualizo tal punto del cuerpo y subo la inmunidad. La ayuda quizá sea de corazón, pero me temo que anda entre oportunista e ignorante, dado que si no tengo evidencia de ello más allá de que me lo creo o el «amimefuncionismo» mal vamos.
El problema es que ese «amimefuncionismo» bien exige un análisis de CD4, CD8, NK e interleucinas para decir que «sube» la inmunidad. Quizá conviene informar sobre que la inmunidad demasiado «alta» es también un severo problema. En fin…
Pero es que incluso saber mucho de algo no implica saber ayudar en ello. Un biólogo puede saber más de un tumor que un médico, un metodólogo puede saber más de un test de personalidad que un psicólogo e incluso una persona por las razones que sean puede conocer mucho sobre el trauma o el duelo… pero haría bien en ceder su espacio a quienes optaron por el camino clásico, tan denostado por la antiintelectualidad, de aprender la formación precisa.
Hace unos días veo, no es nada nuevo, cómo determinados expertos, justo los mismos que nos dicen que el éxito es una sencilla ecuación de habilidades y esfuerzo, y que nos incitan una y otra vez a perseguir nuestros sueños individuales fácilmente, se ofrecen a ayudar a la gente que está en el duelo, ahí es nada, en el trauma, ahí es nada, en la depresión profunda, ahí es nada, o en el trastorno de stress post-traumático, ese que en USA no consigue aún recuperar bien a gente que vino de Vietnam hace 50 años.
No hablo del inocente que no sabe que no sabe, hablo del que NO quiere saber que NO sabe, o peor aún, NO quiere aceptar que NO es el profesional adecuado para el problema que surge.
Te lo dejo a ti si es ayuda oportunista, ignorante, de corazón o profesional o si sencillamente es adecuada.
El mantra de «como a mí me sirvió» iguala mediante una tábula rasa a todos los humanos, como si no solo de partida, sino en el camino todos estuviéramos capacitados (y formados) para todo. No es cierto…
Entre ese y el «do it yourself» vamos apañados.
Creo que en muchas ocasiones la mejor ayuda es el silencio, la presencia, la prudencia o el ceder espacio a otros. O hacerlo desde lo que uno es y conoce: el profesional del ejercicio con el ejercicio, el de Yoga con el Yoga, el enfermero con los enfermos y el que fabrica mascarillas, fabricando mascarillas.
Si es el momento de tu profesión dale fuerte.
El mío no es curar a los enfermos, ni tratar a los que tienen desórdenes mentales severos sean agudos o crónicos: es ayudar a relacionarnos, superarnos, influenciarnos, mejorarnos y liderarnos.
Por tanto, ni subo la immunidad ni curo las depresiones ni trato el duelo por mucho que sienta que conozco algo después de años, al menos intento con fuerza, la mente humana en primera y tercera persona.
Como siempre digo, la ayuda es un poliedro con muchas caras y matices.
Hay cerebros triunos, tertulianos varios y mancias parecidas que todavía no lo saben.
Vivan los profesionales cada uno en su campo: es su momento, es tu momento. Haz lo que sabes.
Muy acertado tu artículo, aunque tal vez las personas que obran desde el corazón, no sean precisamente las que puedan llegar hasta este espacio, pero compartiré este enlace, si no te parece mal. Gracias