la expresion facial de las emociones es quiza uno de los aspectos mas importante y conocidas en la observacion del rostro de las personas.
Y es que no sólo la identidad es lo que descubrimos al leer el rostro. Otra habilidad importante para nuestra vida cotidiana es descodificar la expresión emocional. Desde hace años se insiste en que las habilidades emocionales deben viajar paralelamente al resto de habilidades cognitivas si queremos desarrollar una vida plena y unas relaciones con sentido. Tan cierto es que entender las emociones de los demás y expresar adecuadamente las propias son la clave de la comunicación humana.
Pero ¿cuántas emociones puede expresar el rostro? ¿Son las expresiones faciales controlables? ¿Nacemos con esa capacidad o se desarrolla con la cultura? ¿Hasta donde se puede leer el rostro de los demás? ¿Son estas expresiones más importantes que la palabra? ¿Cuáles son las emociones que más nos cuesta interpretar?
El pionero del estudio de las emociones fue Charles Darwin. Como todos sabemos, Darwin fue el primer humano en explicarnos de forma clara, quienes somos y de donde venimos, ¡casi nada! Archiconocido por su teoría de la evolución (aunque más que una teoría en sentido popular es un hecho incuestionable), en su ensayo de 1872 “La expresión de las emociones en el hombre y los animales” 1 trataba de comprender cuan lejos o cerca están de los estados mentales las expresiones faciales y los gestos. Como buen investigador, apasionado no sólo de la biología sino también del comportamiento, observó detenidamente la expresión facial de niños, enfermos, personas de diferentes culturas y diversos animales y recopiló datos de más de 2000 viajeros y misioneros a los que aplicó su encuesta de reconocimiento.
La investigación de la expresión de las emociones continúa muchos años después con el psicólogo Paul Ekman, quien trata de responder la cuestión de si las emociones son universales y por tanto innatas o bien son adquiridas. Ampliando la visión de Darwin, Ekman examinó la habilidad para detectar expresiones faciales emocionales en diversas culturas. A través de la investigación descubren una serie de unidades de acción musculares que se activan con distintas expresiones emocionales. Una sonrisa genuina, por ejemplo, requiere de la activación del Orbicularis Oris y del Zigomático mayor. Las primeras investigaciones de Ekman se realizaron sobre participantes de USA, Japón, Brasil, Chile y Argentina, que presentaron un alto reconocimiento de la expresión facial de la ira, asco, miedo, alegría, tristeza y sorpresa. Otros autores replicaron y comprobaron estas tesis, por lo que Ekman decidió intentarlo en culturas más aisladas, comprobando en grupos culturales de Papúa Nueva Guinea su propuesta de universalidad de las emociones básicas de la alegría, enfado, miedo, sorpresa, asco y tristeza, tesis bastante robusta hoy en día.
Aunque reconocemos las emociones básicas universales existen ligeras diferencias en el reconocimiento entre culturas. Los japoneses reconocen algo peor las expresiones de alegría que la media, los chilenos eran buenos reconociendo la tristeza y los argentinos la sorpresa 2. Algunas de las críticas que se pueden realizar sobre Ekman parten del sesgo intracultural en la aplicación de los estímulos, dado que en sus experimentos mostraba fotos de expresiones faciales de su propia cultura. Si se tiene en cuenta este aspecto entendemos la leve variabilidad en el reconocimiento entre las diferentes culturas 3.
Pero ¿qué hay de los animales? ¿Son capaces de reconocer las expresiones faciales? Muchas investigaciones así lo confirman 4. Los monos Rhesus son capaces de distinguir diversas expresiones emocionales y también ¡las ovejas! 5, que no solo reconocen expresiones faciales de otras ovejas sino también humanas. Al observar este tipo de estudios con animales sobre emociones, aprendizaje o autoconsciencia vemos cuan lejos queda la visión cartesiana de animales sin «alma».
De todas las emociones que humanos y animales reconocen, la más sencilla de detectar es la alegría. Percibimos una sonrisa ¡a casi 25 metros de distancia! Al ser una emoción netamente positiva, difícilmente se confunde con otras. Sin embargo existen hasta 25 tipos de sonrisas y en ocasiones otras emociones se pueden solapar, enmascarar y mezclar con una sonrisa. No en vano encontramos sonrisas miedosas, sonrisas tristes, sonrisas envidiosas y sonrisas despreciativas. Nuestra habilidad para detectar sonrisas genuinas o simuladas se desarrolla ya a una temprana edad. A los 4 años los niños son sensibles a las sonrisas falsas 6. Incluso aunque no atendamos a la expresión facial ésta nos influye: una sonrisa genuina o falsa previa a una tarea posterior verbal, posibilita un mejor reconocimiento de las palabras presentadas. Sonrisas genuinas o falsas en una modelo facilitan o disminuyen la percepción de calidad de la ropa que presenta 7.
Todo ello nos sirve para certificar que la sonrisa genuina, producto de la alegría, abre puertas y conversaciones, disuelve conflictos y favorece relaciones. No es extraño por tanto imaginar que los grupos humanos evolucionaran con mecanismos de expresión y reconocimiento facial que garantizara la estabilidad del endogrupo: la alegría permitía, desde lejos, mostrar nuestras verdaderas intenciones. A diferencia de la alegría, nuestro reconocimiento de las emociones negativas es más complicado. Sin un entrenamiento específico no distinguimos bien el miedo de la sorpresa, el asco del enfado y apenas nos percatamos de la expresión emocional del desprecio. A su vez no todo son expresiones emocionales en el rostro dado que determinados aspectos cognitivos como la concentración u otros pueden confundirse con emociones básicas.
Si las emociones básicas son universales y se expresan con precisas unidades de acción en el rostro, las emociones sociales son aún más complejas y su detección es muy elaborada. ¿Cómo es la cara de la culpa, la vergüenza, la envidia, los celos o el orgullo? Aunque presentan características que podemos codificar, no muestran la uniformidad de las emociones básicas. Es necesario atender a muchos más canales de información que meramente el rostro.
¿Es necesario entonces decodificar el rostro? ¿Interfiere esta habilidad con la comprensión del discurso? ¿Hasta qué punto es fiable?
En numerosos estudios, a pesar de nuestro exceso de confianza, no es sencillo en cada instante entender las emociones de nuestro interlocutor. De hecho, si no estamos entrenados, no podemos atender al contenido verbal y no verbal a la vez, dado que nuestra memoria de trabajo (la RAM de nuestro cerebro) se satura fácilmente. Las expresiones faciales de las emociones son muy fiables, dado que muchos de los músculos del rostro no se pueden activar de forma voluntaria y su puesta en marcha depende de circuitos subcorticales vinculados a áreas cerebrales que no están bajo nuestro control. Por ello, ante un experto difícilmente podremos simular una emoción sin ser vistos.
Por eso la mejor estrategia es simplemente ser genuinos y claros en todas nuestras exposiciones y relaciones. Por un lado nuestro cerebro sufrirá menos incertidumbre, desgaste y stress. Por otro lado elevaremos día a día la confianza percibida por los demás, valor escaso en tiempos de mentiras, narcisismos y postverdades. Por último, para estar en uno mismo hay que acercarse a la versión más sobria y auténtica.
Si no lo hacemos… podemos intentar controlar hasta cierto punto el discurso y el rostro ¿verdad? Pero aparece un aspecto sutil que merece una explicación aparte: el fenómeno de las microexpresiones faciales. Algunos incluso postulan que son la clave para dar el clavo en la detección de la mentira. ¿Será que en el rostro existe una nariz de Pinocho? (Lo veremos en la tercera parte… )
Referencias
1 Darwin, Charles (1872), The expression of the emotions in man and animals. London: John Murray.
2 Ekman, P. and Friesen, W.V. (1971). Constant across cultures in the face and emotion. Journal of Personality and Social Psychology 17, 124-129.
3 Wickline V.B. and Bailey, W. (2009). Cultural in group advantage: emotion recognition in African American an american faces and voices. Journal of Genetic Psychology, 170(1), 5-28.
4 Tate, A.J. et al. (2006). Behavioral and neurophysiological evidence for face identity and face emotion processing in animals. Philosophical Transactions of the Royal Society of London. Series B, Biological Sciences, 361 (1476), 2155-2172.
5 Knolle, F., Goncalves, R. P., & Morton, A. J. (2017). Sheep recognize familiar and unfamiliar human faces from two-dimensional images. Royal Society open science, 4 (11), 171228.
6 Thibault et al, 2009. Children´s and adolescents perception of authenticity of smiles. Journal of Experimental Child Psychology, 102 (3), 360-367.
7 Miles L. and Johnston L. (2007). Detecting happiness: perceiver sensitivity to enjoyment and non enjoyment smiles. Journal of non verbal Behavior, 31(4), 259-275.
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Muchas gracias