Alguno de los que me conocen de hace años sabe que durante más de 20 impartí clases de artes marciales, una de ellas Tai Chi Chuan, ese arte sutil, mágico e incomprendido.
Aquí va.
Cuando empecé a aprender ese arte, ¡en 1990!, y nadie lo enseñaba (2 profesores en todo Madrid, y uno era oriental fake malvado, el que me tocó a mí jejeje) nos hablaban del yin / yang.
Vamos con ello.
En el famoso diagrama taoísta del yin se llega al yang, y viceversa. Uno contiene al otro. Por tanto en el Tai Chi la práctica lenta, suave y armónica tendría que producir, SÍ o SÍ, una extraordinaria fuerza y rapidez. Sin embargo una y otra vez lo que encontraba, incluso entre afamados profesores, no era eso, sino la crítica a lo contrario. Y ni rastro de la fuerza o la rapidez en uno mismo.
Me explico: se decía que la fuerza es tensión y stress, que los músculos están apretados y duros, que forzábamos demasiado, que hay que tomarse la vida con calma, que vamos con muchas prisas y que para «equilibrar» había que hacer Tai Chi, que era lento, suave y fluido. Esto no tenía ni pies ni cabeza porque es en el propio arte donde uno encontraba el yin… y el yang. ¡En el propio arte, no como respuesta a lo de fuera! Si lo lento producía lentitud solo, estaba muy chulo pero no era Tai Chi Chuan, sino medio Tai Chi. Si lo lento era para contrarrestar lo rápido, era medio Tai Chi.
Pasé literalmente por varios países, diferentes continentes, decenas de maestros, miles y miles de horas de práctica con tal de no hacer un Tai Chi a la mitad, o sea, solo suave. Si con mi suavidad y lentitud no conseguía rapidez y fuerza, ese arte no era tal, lo dijera quien lo dijera. Pasados años ya me atreví a ser más cascarrabias, venía bien escocido de varios engaños de ojos rasgados, e incluso ya era mucho más directo: «Profesor si usted dice que el Tai Chi es yin y yang, ¿puede demostrármelo?». El 99,9% no podían demostrarlo, no eran fuertes ni especialmente ágiles ni rápidos. Mantenían ese discurso separado, ¡¡en nombre del Tao!! de que la vida va muy deprisa y el Tai Chi era muy lento. De nada servía decirles que los maestros míticos (Yang Lu Chan, Dong Hai Chuan y otros) dominaban esos dos lados. Tampoco servía decirles que en realidad la frase «el Tai Chi es como el gran río», no se refiere al río Yang Tsé por largo sino por rápido arriba y lento abajo. De las miles de frases separadas y dualistas que se escuchaban pocas valían la pena. Había una que era una joya: «los lentos son los rápidos» de un mítico maestro taiwanés de los años 60 llamado Wan Shu Jin. El peleaba de lo lindo y a edad avanzada era no solo un prodigio de suavidad y lentitud, sino de extraordinaria fuerza y velocidad. De hecho aunque la gente no lo sabía ni entendía, Wan Shu Jin, entrenaba con un tonel de 250 kilos al que le aplicaba suavidad y flujo para conseguir la fuerza al hacerlo girar.
Aunque he sido muy afortunado al encontrar profesores de extrema calidad en otras disciplinas, en Tai Chi fue una tortura. 10 años de búsqueda inicial hasta acabar con mi profe australiano, Erle (q.e.p.d), para empezar a ver ese yin-yang por fin ¡en uno mismo! 15 años hasta poder aprender de la leyenda, Master Su. Da para varios libros todas las experiencias que viví en su casa. Pero sí, él demostraba que si entiendes la suavidad obtienes fuerza, y si entiendes la lentitud, obtienes velocidad. También mostraba en acción decía que la famosa frase de lo suave vence a lo duro del Tao Te King referida a la flexibilidad del junco, también contiene la contraria: lo firme vence a lo blando.
Gracias a ellos dos pude honrar este arte y enseñarlo en entornos de agilidad como el Real Conservatorio de Danza (mil gracias Gloria siempre), o el INEF de Madrid (mil gracias Carmen siempre). Lo comento porque si hubiera habitado solo la parte «suave», la «mitad», y me hubiera presentado en ambos lugares con yin sin yang, o yang sin yin, no habrían funcionado. Sería lo blando en nombre de lo suave y en oposición a lo «duro». En ese caso los bailarines habrían aprendido muy poco y los especialistas del movimiento del INEF aún menos.
Coincidí en el INEF con un maestro de Karate de un estilo que venía de un profesor japonés al que apodaban «el gato» (imagina porqué). En su estilo se decía que de la dureza y fuerza deberías llegar a la suavidad y fluidez. Nos pusimos a pelear y probar secuencias a dos y disfrutamos de lo lindo. Lo que hacíamos era muy parecido y habíamos empezado, uno en la suavidad y lentitud, y él en la dureza y la fuerza. Se vino a mis clases varios meses para entender el camino opuesto que había ejercido y así comprender mejor su propio sistema. Hoy tiene más de 1000 alumnos en España y me alegro muchísimo por él. Nos reíamos mucho al hablar de cómo miraban los practicantes del Tai Chi habituales a los karatekas y los karatekas a los que hacían Tai Chi. Uno como opuesto del otro: cero integración. Pero estábamos muy muy solos en esa fusión. No era téorica ni conceptual, sino en el tatami incluso.
Todo esto viene a cuento para ilustrar que:
– Oriente y Occidente están más bien en nuestra cabeza,
– lo material y lo espiritual como dos reinos es absurdo,
– los enemigos se parecen entre sí más de lo que desearíamos,
– el ellos – nosotros cerebral necesita integración en vez de refuerzo,
– fragmentando, hablando de las bondades de un lado solo, ni por asomo te liberas ni comprendes al otro.
Alguno pensará que quiero decir que lo verdadero y lo falso se complementan, o que ciencia y pseudociencia forman una naranja amorosa, o que todo suma. En absoluto, casi todo resta. La unión de los opuestos no surge de la mezcla indiscriminada de lo ilusorio con lo real sino de ir reduciendo, limpiando, soltando quimeras, certezas, esquemas y muros. La unión de los opuestos no llega de hacer lo rapido por un lado y lo lento por otro, sino de encontrar uno en otro.
Sigo haciendo Tai Chi algunas mañanas en su forma física, aunque ya hace más de 10 años que no lo enseño. Esta mañana sí y de ahí estos recuerdos. Lento y rápido, suave y fuerte; como el gran río. La mente por fin consiguió ser el agua y no la forma que adopta y es por eso que la enseñanza paró.
Lo podemos explicar desde el cerebro, faltaría más, qué es y cuándo se produce esa integración de opuestos.
El Tai Chi activa enormemente el área premotora, motora, somatosensorial e ínsula y la corteza parietal superior derecha. Algunas de estas regiones pulsan normalmente con predominio de ondas alfa (las cuales siempre implican cierto estado mental de flujo).
Además la evocación / recuerdo y la ejecución del movimiento se van pareciendo cada vez más, de ahí que la forma cada vez es menos visible, imperceptible a los ojos de los otros, pequeña incluso físicamente, algo que normalmente no se conoce ya que los practicantes la siguen haciendo «grande».
Con la práctica se va haciendo sin hacer, algo complejo de explicar, pero implica algo parecido a un proceso genuino de autoindagación clásico. Las destrezas aprendidas implícitamente toman el mando. Siempre que ocurre eso, sea por toma de sustancias, silencio, días seguidos de meditación (no minutejos para el stress que quede claro), la percepción es acrecentada por diez.
Desde ahí queda todavía un mundo hasta la maestría pero la pista es la de siempre: las estructuras cerebrales que sostienen el yo, son muy duales… y separadas. Yo y el mundo, ellos – nosotros, o en este caso, uno aquí haciendo la forma y el resto ahí afuera, o uno aquí lento y suave y ellos tensos y duros. Si eso se deshace la fusión aparece. Difícil porque implica mucho tiempo y está al alcance de pocos pero pedazo de arte.
En la Comunidad no enseño katas ni combate claro, pero imagino que 25 años de práctica intensa de esas artes impregna parte del discurso para bien. No hago cosas orientales ni occidentales, ni antiguas pero no modernas o viceversa. Lo que hacemos es entender e integrar. No me considero multidisciplinar sino transdisciplinar, que no es lo mismo.
Hago lo de siempre desde hace 33 años:
Sentido de vida, construcción del carácter y sabiduría práctica.
Eso implica trascender los opuestos en vez de perpetuarlos.
Comunidad
Feliz Semana Santa a tod@s
PD: My beloved Master Su.
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