Qué cosas digo… pero tal y como están las cosas la verdad es que los beneficios de meter a un buen número de trolls en la vida superan a los perjuicios. Cierto es que los puede haber muy molestos pero en la actualidad son un recurso muy deseable.

Te deseo muchos trolls :). No es que yo tenga muchos, en absoluto, pero si alguno cae, lo aprovecho al 100%.

Me explico:

Los signos de los tiempos: alguien ya es troll si no te da la razón.
Es troll si ya no está a tu lado porque siguió su camino.
Es troll aquel que ha crecido y no sigue eso que aprendíais hace 5, 10, 15 años.
Es troll ese que ¡ahora piensa diferente! 
Es troll también ese que no tiene tan claro que la vida sea blanco o negro.
Es troll ese que no se ríe de los desprecios habituales.
Es troll ese que en contra de toda lógica, no cree que el mal esté siempre en el mismo sitio, institución, grupo, persona, país, región, credo…
Es troll uno que te dijo en tu impoluta, inmaculada y diamantina marca personal en redes sociales que esa información no es real.

Ya no hay apenas diálogo, hipótesis – antítesis, paradojas, análisis, consensos, reflexión, diversidad, evidencia, contraste, perspectiva.
O eres vitaminita de los míos, o eres tóxico de los otros.
La oxitocina y el abracito de los 8 segundos pero con los cercanos.
Marco Aurelio sí, pero no Spinoza. ¡Ea!
Todo porque yo lo valgo: le llaman empoderamiento. Antiguamente el empoderamiento era algo para el colectivo.
Yo aquí con mi gente que el resto son trolls.

El Dios supremo de los tiempos es el algoritmo. Si crees que la Tierra es plana, no te preocupes que el Dios supremo te traerá todas las noticias similares, no importa que sean fake.  La mentira se ha sobrevalorado tanto que el discernimiento se reserva solo a los que tienen mucha claridad, mucha fuerza y mucha honestidad y poca fama y audiencias, que es lo que mola. Claro, no interesa casi.
Neurociencia, la de Pablo Motos.
Filosofía, la de Valdano (o Simeone).
Psicología, la pop, positiva ella.
Complejidad, regaettoniana en todo caso, 100% predecible.
Sociología, los buenos y los malos. ¡Ea!

Bajo el nombre troll ya se cuelan maestros con poco apego, buscadores genuinos de la verdad, científicos de los que buscan el rigor, personas que sufren y sangran en color rojo, individuos conscientes de sus limitaciones, profesionales que no cambian vidas pero ya les basta ser profesionales y gente ansiosa e imperfecta que no supieron «emprender» a tiempo. Incluso allí habitan personas que no están obsesionadas con ser millonarias. También son trolls ahora los que sabiamente temen caer al síndrome del impostor dado que lo que abunda es Narciso. Y por supuesto gente que quiere mejorar el mundo, la educación o la sociedad a través del conocimiento.
¡Pedazo de trolls!

Evidentemente siguen en la tribu troll los maleducados, los envidiosos, los groseros y también algún acosador ciertamente indeseable y denunciable. Si llega le saco los dientes y uñas si es preciso. Pero es tan variopinto el grupo y han accedido al mismo perfiles otrora muy respetables, que nada es como era.

Los vitaminados del algoritmo también lo aprovechan cuidado. El otro día uno de ellos decía que agradecía a sus trolls el poder cultivarse, en plena operación de marketing, pero ni rastro de los argumentos que esos supuestos malvados le obsequiaban. Entre esa horda apestosa había magníficos filósofos, profesores de colegios que no veían todo tan mágico y sencillo. Recuerdo hace años a uno que conocí que le obsequió a sus trolls con una peineta, pero nunca con una reflexión. Algunos de los temibles ataques que sufría fueron preguntas tipo «¿porqué funciona esa clasificación?».

¿Qué hacer pues?
Antiguamente se les cancelaba o dejaba estar. Eran los envidiosos de toda la vida. Ahora mucho cuidado, que lo más probable es que sea hasta un experto que pretendía no tanto dañarnos sino mostrarnos (quizá un tanto frustrado o  sorprendido) un trocito de la verdad que el Dios supremo del algoritmo vitaminado no mostró.

Incluso si llegaran maleducados, por si las moscas escucho lo que dicen.
Uno ama tanto la reflexión, el separar el grano de la paja, la perspectiva sin apegos que viene bien incluir a un troll en nuestra vida. Por probabilidad, es una magnífica oportunidad de ver un poco más allá.

En realidad el sentido de vida, la construcción del carácter, el cultivo de sí o el conocimiento de los demás no lo puede dar el endogrupo vitaminado y algorítmico.

Las grietas, las curvas, los aprendizajes suelen están fuera.
Los trolls hasta pueden ser, ahora, ¡ventanas de oportunidades!

A contrapelo aprendí. Afortunado soy.

Si eres troll moderno, revenido, incomprendido y honesto, sufres un ratito cada día, te vas desmoralizando de los mensajes mágicos facilones y crees que hay vida más allá del algoritmo bienvenido a la 
Comunidad.

Abrazos,

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