Recuerdo en aquel programa que te comentaba, cómo el catedrático nos animó a leer «De la ira» de Séneca, un precioso libro dividido en 3 partes. Séneca sí le dio a la política, era un conocido senador romano.
Las dos primeras páginas de ese libro te demuestran que no solo la medicina china sospechaba que los órganos participan de alguna manera en la construcción de las emociones. También lo hacían en este caso los romanos y mucho antes (y con probablemente más profundidad) los griegos. El caso es que nuestro cordobés describe majestuosamente señales fisiológicas muy variadas de los iracundos. Convendría leerlo todo aquel que cree que la ira se expresa con el ceño fruncido (grotesca simplificación) para entender lo que es la variabilidad.
El caso es que sorprendentemente el Libro III tiene un matiz muy muy social y político. Al parecer Séneca era asesor de Nerón, pero como bien decía el catedrático, a tenor de los resultados con poco éxito. También nos contaba que para él como experto en Grecia y Roma, Séneca era poco estoico en hechos y se comportaba más bien como un patricio y senador romano a tenor de cómo vivió su vida.
El que Nerón no hiciera (o no pudiera o supiera) hacer caso no invalida evidentemente los consejos de Séneca, pero tampoco por ser Séneca, o romano, o estoico, las cosas van a ser, de repente, en 2023, hiper prácticas y útiles.
Conviene precisar entonces.
a. Podemos leer a estos sabios de la antigüedad como omnipotentes y pensar que como eran ellos tenían razón en todo. Bastaría seguir los consejos de Marco Aurelio y trabajo hecho. Esa aproximación tiene un problema ya citado, y es que Spinoza o Voltaire, y muchos más, no tenían la misma idea con lo que por qué estoicos y no cínicos, por qué estoicos y no judeocristianos, por qué, por qué, por qué. Bucle infinito sin resolver por el que se nos cuelan modas.
b. De aquí surge otro problema y es que como validamos a los sabios fuera de contexto podemos no apreciar el conocimiento adquirido. La idea platónica de que hay unos instintos dentro de nosotros y un jinete que los controla NO se sostiene a la luz de la neurociencia actual. Las ideas de «pathos» y «razón» estoicas, entendidas literalmente, NO aceptan el papel de las emociones o la interocepción en la construcción de sentimientos como bien sabemos desde hace tan solo 15 años. ¡Cuidado con interpretar literalmente el pasado!
c. El desarrollo excesivo del individuo tiene en estos tiempos una trampa visible.
Te sonarán estos ejemplos:
- «No hay problemas, sino oportunidades»,
- «Tras meses de confinamiento y jornadas extenuantes, tu empresa te da un curso de Mindfulness para que TE regules TÚ»,
- «Tú con agallas conseguirás todo».
Con estas frasecitas luego se entiende que haya más consumo de ansiolíticos cada año.
Resulta sospechoso que nos podamos volver estoicos sin saber nada de las estructuras sociales como si todo dependiera del individuo y de su imperturbabilidad y viviera en un entorno siempre justo, basado en mérito y esfuerzo. Séneca en la parte III nos mete de lleno en las estructuras sociales: no todo depende del individuo. Diógenes al decirle a Alejandro Magno que se apartara porque le tapaba el sol, ya nos hablaba, como metáfora al menos, de la des-confianza, desapego o descrédito que le parecían los poderosos.
Sea como fuere, si el estoicismo – moda se centra en el individuo, probablemente sea un sucedáneo del clásico, pero sin duda estará lejos de cómo funciona nuestro cerebro: hipersocial, vinculado a nuestros grupos y contextual con todo lo que nos sucede. Y oye ¡mucho más afinado ahora sobre cómo funciona nuestra mente!
En realidad en esta serie te he animado, como siempre, a no dar las cosas por sentado, sospechar de las modas y no dejarse atrapar por mensajes basados en motivación, metas, individuo, voluntad, máximas, ni siquiera estoicas.
Espero que te haya servido. A mí me ha encantado recordar aquellas conferencias sobre sabios que en el mundo han sido.
Abrazos,