La autoestima es un constructo moderno de la psicología, que a pesar de su fama, tiene bastantes detractores de la misma, si bien es nuclear en la infancia.
Ya sabes, si para ti es algo sagrado, intocable y sobre lo que no quieres reflexionar pulsa aquí y te das de baja de esta lista.
Los estudios afirman, ya desde 1996, que no es tan fácilmente separable del narcisismo, de hecho es a lo que más se parece cuando en la cola del supermercado escuchas que «Pepe tiene que subir su autoestima».
Otros estudios apuntan (aquí va la buena noticia) a que en todo caso surge al final de algo y no al inicio como causa. Es decir, que yo tengo autoestima cuando por fin juego mejor al baloncesto a medida que entreno meses y años, siendo un tanto irrelevante (o imposible) tenerla al inicio, cuando no sé jugar y lógicamente voy a fallar la mayoría de tiros.
Si lo aplicas a la educación ya tienes una pista. Es más sensato entender que todo proceso de aprendizaje implica frustración y otras emociones no agradables que tratar de convencerme de que soy muy bueno «en mí» cuando en realidad compruebo que esta tarea no es tan sencilla.
Bueno ya vimos hace unos días que también se busca apagar los síntomas de la ansiedad y el stress con «técnica X para el stress en 8-12 semanas» pero muy pocas veces se incita a «por qué demonios quieres conseguir 18 cosas en tiempo récord» o «por qué quieres controlar que todo sea perfecto, bonito y acorde a tus deseos». Uno surfea y otro bucea ya sabes.
Vuelvo a la autoestima. Lo que la autoestima es ha ido cambiando en los últimos 60 años (Bandura, Mc Key, Fanning y otros, pero me quedo con Ellis), dulcificándose, evitando la comparación previa externa y por fin acercándose casi a un término de dignidad humana propia por fin (ojo no es el que se suele usar en lo cotidiano).
Si nos vamos a Japón y culturas similares, el concepto autoestima no se entiende, ni aplica como tal. Ello es debido a que el Yo no se construye igual en todas las culturas y además las emociones predominantes no son las mismas.
¿Cómooooooooo? Sí. El Yo que creemos fijo, ese concepto de emociones que creemos «universal» y que en realidad suele ser de «Hollywood» es mucho más variable de lo que imaginas.
Hay culturas del orgullo, de la culpa, de la vergüenza, del honor y esas mismas emociones son diferentes incluso entre sí. Como ves no es tan sencillo (ni útil) intentar potenciar algo que igual no tiene sentido, no es tan importante o es un posible desvío del camino.
En mi trabajo con árbitros de todas las nacionalidades del mundo me costó entender esto. No se aplican los mismos estándares de «motivación», «liderazgo», «comunicación no verbal», «apariencia», «protocolo» y «emociones»… ¡Y no es por el contexto! Desde 2007 lo he ido viviendo y por fin entendiendo y sacándole jugo. Lo sigo comprobando hoy con árbitros y árbitras árabes y con los 11 países de Oceanía con los que trabajo. Si crees que la sonrisa abre puertas en todos los países, o que les puedes hablar de autoestima a todos, o que se motiven para alcanzar el éxito y conseguir metas te llevas un buen coscorrón jejeje.
Al revés sucede igual. Nosotros no comprendemos Amae, un término japonés que tiene que ver con la indulgencia y deseo de la dependencia del otro y que es muy fácil de prejuzgar si lo ves en un amigo o amiga japonesa. Cientos de veces pensé que eso era sumisión, e incluso cuando creía que era miedo o vergüenza la posición de la mujer de un gran amigo respecto a la que él ocupaba, me di de bruces con mis esquemas. Amae es una emoción que no tenemos acá apenas, ni Gezellig como tienen los holandeses, ni la sonrisa es tan apreciada en Rusia, error por el que muchos creen que los rusos están enfadados o son tristes. Podría seguir hasta el infinito, porque el léxico de las emociones, culturas, historia, sus correlatos en el cerebro, su regulación y la finalidad de las mismas me apasionan.
Todo esto viene a cuento porque las emociones son CONSTRUCCIONES, no reacciones. Bueno en el cerebro todo es una construcción. La autoestima, esa valoración del Yo, es otra construcción y bien gorda, por tanto muy muy relativa y maleable.
Cuando le explicas a alguien todo esto bien, con detalles, enraizado en el día a día, se da cuenta de su increíble magnitud. Lo aplica desde mañana mismo y vive más ligero.
En la Comunidad NO trabajamos la autoestima. No hace falta, por la sencilla razón que es mucho más sano ver las grietas del Yo para por fin descansar de tanta neurosis, autoengaño, ruido mental, teorías pop e hipocondrías varias.
En el próximo seminario de la Comunidad compartiré a tod@s sobre esto. Comentaré los estudios, la historia del constructo, la comparación con otras culturas y las alternativas que desde lo profundo emergen. 100% útil y directo la verdad.
Sin conocer el Yo, su fragilidad e incluso su carácter ilusorio no te dediques por favor a hincharlo y valorarlo. No funcionará.
Abrazos,
Ya sabes, si para ti es algo sagrado, intocable y sobre lo que no quieres reflexionar pulsa aquí y te das de baja de esta lista.
Los estudios afirman, ya desde 1996, que no es tan fácilmente separable del narcisismo, de hecho es a lo que más se parece cuando en la cola del supermercado escuchas que «Pepe tiene que subir su autoestima».
Otros estudios apuntan (aquí va la buena noticia) a que en todo caso surge al final de algo y no al inicio como causa. Es decir, que yo tengo autoestima cuando por fin juego mejor al baloncesto a medida que entreno meses y años, siendo un tanto irrelevante (o imposible) tenerla al inicio, cuando no sé jugar y lógicamente voy a fallar la mayoría de tiros.
Si lo aplicas a la educación ya tienes una pista. Es más sensato entender que todo proceso de aprendizaje implica frustración y otras emociones no agradables que tratar de convencerme de que soy muy bueno «en mí» cuando en realidad compruebo que esta tarea no es tan sencilla.
Bueno ya vimos hace unos días que también se busca apagar los síntomas de la ansiedad y el stress con «técnica X para el stress en 8-12 semanas» pero muy pocas veces se incita a «por qué demonios quieres conseguir 18 cosas en tiempo récord» o «por qué quieres controlar que todo sea perfecto, bonito y acorde a tus deseos». Uno surfea y otro bucea ya sabes.
Vuelvo a la autoestima. Lo que la autoestima es ha ido cambiando en los últimos 60 años (Bandura, Mc Key, Fanning y otros, pero me quedo con Ellis), dulcificándose, evitando la comparación previa externa y por fin acercándose casi a un término de dignidad humana propia por fin (ojo no es el que se suele usar en lo cotidiano).
Si nos vamos a Japón y culturas similares, el concepto autoestima no se entiende, ni aplica como tal. Ello es debido a que el Yo no se construye igual en todas las culturas y además las emociones predominantes no son las mismas.
¿Cómooooooooo? Sí. El Yo que creemos fijo, ese concepto de emociones que creemos «universal» y que en realidad suele ser de «Hollywood» es mucho más variable de lo que imaginas.
Hay culturas del orgullo, de la culpa, de la vergüenza, del honor y esas mismas emociones son diferentes incluso entre sí. Como ves no es tan sencillo (ni útil) intentar potenciar algo que igual no tiene sentido, no es tan importante o es un posible desvío del camino.
En mi trabajo con árbitros de todas las nacionalidades del mundo me costó entender esto. No se aplican los mismos estándares de «motivación», «liderazgo», «comunicación no verbal», «apariencia», «protocolo» y «emociones»… ¡Y no es por el contexto! Desde 2007 lo he ido viviendo y por fin entendiendo y sacándole jugo. Lo sigo comprobando hoy con árbitros y árbitras árabes y con los 11 países de Oceanía con los que trabajo. Si crees que la sonrisa abre puertas en todos los países, o que les puedes hablar de autoestima a todos, o que se motiven para alcanzar el éxito y conseguir metas te llevas un buen coscorrón jejeje.
Al revés sucede igual. Nosotros no comprendemos Amae, un término japonés que tiene que ver con la indulgencia y deseo de la dependencia del otro y que es muy fácil de prejuzgar si lo ves en un amigo o amiga japonesa. Cientos de veces pensé que eso era sumisión, e incluso cuando creía que era miedo o vergüenza la posición de la mujer de un gran amigo respecto a la que él ocupaba, me di de bruces con mis esquemas. Amae es una emoción que no tenemos acá apenas, ni Gezellig como tienen los holandeses, ni la sonrisa es tan apreciada en Rusia, error por el que muchos creen que los rusos están enfadados o son tristes. Podría seguir hasta el infinito, porque el léxico de las emociones, culturas, historia, sus correlatos en el cerebro, su regulación y la finalidad de las mismas me apasionan.
Todo esto viene a cuento porque las emociones son CONSTRUCCIONES, no reacciones. Bueno en el cerebro todo es una construcción. La autoestima, esa valoración del Yo, es otra construcción y bien gorda, por tanto muy muy relativa y maleable.
Cuando le explicas a alguien todo esto bien, con detalles, enraizado en el día a día, se da cuenta de su increíble magnitud. Lo aplica desde mañana mismo y vive más ligero.
En la Comunidad NO trabajamos la autoestima. No hace falta, por la sencilla razón que es mucho más sano ver las grietas del Yo para por fin descansar de tanta neurosis, autoengaño, ruido mental, teorías pop e hipocondrías varias.
En el próximo seminario de la Comunidad compartiré a tod@s sobre esto. Comentaré los estudios, la historia del constructo, la comparación con otras culturas y las alternativas que desde lo profundo emergen. 100% útil y directo la verdad.
Sin conocer el Yo, su fragilidad e incluso su carácter ilusorio no te dediques por favor a hincharlo y valorarlo. No funcionará.
Abrazos,