5. Sentir mucho, sentir poco.
Esta es muy curiosa porque bien recuerdo en todas estas artes que aprendí y enseñé que se buscaba ante todo sentir mucho… hasta tal punto que he sido testigo durante décadas de gente que «sentía mucho». Sentían tanto, tanto, que lloraban, se retorcían, saltaban o reían ante la palabra, canto, movimiento o mirada de un guru. Tras todo eso habían «liberado» cosas, contenidos, «bloqueos». A otros les sucedía en terapia, pero siempre en una terapia donde curiosamente no hablaban de su problema y sobre todo, de la construcción permanente de estilos mentales y estructuras de pensamiento.
En realidad bien sabemos que los que sienten mucho pueden ser perfectamente no tanto «sensibles» sino sobre todo neuróticos, e incluso que hayan confundido sensibilidad con habituación (lee mi artículo al respecto aquí), algo que sucede extensamente en la enseñanza de «meditación», «mindfulness», «yoga», «tai chi» y en general en el desarrollo personal. ¡Cuidado! Hay mucha gente que se debilita en vez de fortalecerse en el proceso de «sentir». No es solo la técnica que usas es como la integras y contextualizas…
Para profundizar en esto decirte que existen personas que sienten tanto «el cuerpo» pero construyen tan mal esas sensaciones que son más propensos a la neurosis, la ansiedad o la depresión. Incluso pueden ser menos empáticos, o ¡falsamente empáticos!, ya que se centran en sus propias sensaciones más que en lo que hay que hacer o en quien hay que ayudar. Me viene a la memoria aquellos que sienten por ejemplo su latido cardiaco y tienen una mayor percepción de stress o los que por sentir tanto impiden sus propias acciones porque el sentir abruma.
Sentir mucho el cuerpo, no necesariamente es indicador de más sensibilidad, fuerza o «espiritualidad». Se trata de construir armónicamente el sentir, no de sentir por sentir.
6. El cuerpo expresa lo que está oculto en el subconsciente
Esta idea subyace en muchas personas y podrás ver que los más famosos «analistas» del comportamiento no verbal curiosamente son los que menos ciencia y evidencia usan, pero venden y venden esta idea. De hecho no analizan dado que analizar implica utilizar metodologías de análisis. Más bien opinan que no es lo mismo. Pero salir en la tele o los medios es más importante que ser riguroso parece.
Esta idea suya es mitad freudiana (mal entendiendo a Sigmund claro) y mitad religión antigua. El cuerpo aquí se presenta como «sede de la carne» que expresa esas tendencias ocultas, libidinosas, animales, reprimidas y escondidas de ese humano que con la razón solo inventa, disimula y se autoexplica. Va a ser que no :).
Hay tantas razones por las que «te pica la nariz» o «te rascas la oreja» o «subes un hombro», que decir que es porque estás mintiendo o porque tu subconsciente te delata es una atrocidad. La evidencia dice que no, los modelos tampoco, los catedráticos ya se aburren de denunciar esto.
En realidad la visión del subconsciente actual dista mucho de ser una máquina oculta y malévola como ésta que te comentaba. Es más bien un procesamiento cerebral hiperinteligente, que funciona con aprendizajes previos y que entre otras maravillas, nos permite digerir, movernos, o conducir de Madrid a Barcelona sin tener que pensar en el trayecto todo el rato. La idea de que estamos bloqueados por un evento anterior única pulula una y otra vez en numerosos emprendedores, gente que va a la TV sensacionalista y amantes del desarrollo personal barato.
No encaja por la sencilla razón de que son nuestras estructuras sostenidas en el tiempo, tu forma estable de pensar, sentir y decidir, tu personalidad petrificada, tus identidades sociales unívocas las que dan forma a nuestras acciones. Buscar un culpable único en el pasado, que se grabó en el cuerpo pero no en la mente, que bloquea toda mi vida, que se libera en una terapia sin palabras ni exponer ni compartir y que sin ello uno sería la bomba no es sostenible.
En realidad esas expresiones ocultas que los comentaristas no verbales supuestamente perciben sabemos hoy en día que no solo no son tal, sino que en la comunicación aparecen en menos del 2% de ocasiones en la comunicación (7). Como para estar mirando si me rasco la nariz o la oreja…
En resumen:
- Separar el Oriente prístino, divino e inmaculado del Occidente industrial, tóxico y contaminante dice mucho, y no bueno, de uno mismo.
- Separar el cuerpo como lugar de la verdad, o del maléfico subconsciente, algo parecido.
- Sentir mucho o poco, no es lo mismo que sentir bien o sentir lo que hay que sentir o sentir que a veces precisamente sentir no es lo prioritario.
- Lo que sentimos es vital, pero para influir emociones y pensamientos, pero no más que lo social o los estímulos externos.
- Separar cerebro de cuerpo es otra ilusión y separarlo de lo social es ya una quimera habitual. Si todo es «uno», ostras, ¡que se note en el discurso!
- La espiritualidad no es ni del cuerpo, ni de la mente, sino de la construcción consciente de lo sagrado en todo (incluida la fábrica, los plásticos, Occidente y la materia).
- La verdad tiene su peso y debemos intentar acercarnos a ella. Como ves, los desvíos y apegos es lo más habitual. Honrarla no está mal tampoco me temo.
Todo esto y mucho más es lo que enseño y comparto en la Comunidad. Cada mañana practicamos sin tener que elegir Oriente vs Occidente, mente vs cuerpo ni nada parecido. Tampoco nos plegamos a una técnica porque sí. Sabiduría práctica y de verdad para mejorar sí o sí la vida.
Echa un ojo aquí si no quieres dar vueltas y perderte entre conceptos, libros, cursos, tendencias y modas. En 2023 sabemos lo que vamos hacer.
Si tienes dudas, impresiones o comentarios responde a este mismo mail.
Abrazos,
(7) Jordan, S., Brimbal, L., Wallace, D. B., Kassin, S. M., Hartwig, M., & Street, C. N. (2019). A test of the micro-expressions training tool: Does it improve lie detection?Journal of Investigative Psychology and Offender Profiling,16(3), 222- 235
Porter, S., Ten Brinke, L., & Wallace, B. (2012). Secrets and lies: Involuntary leakage in deceptive facial expressions as a function of emotional intensity. Journal of Nonverbal Behavior, 36(1), 23-37